Mi madre
Tenzing Norway
Catherine Geach
Un judio que ha creído en Jesús
Nunca olvido a mi profesora Carmen, la bibliotecaria de la Escuela República de Nicaragua. Ahora que pienso fue ella quien descubrió esa habilidad que tenía. No me lo dijo en palabras ni felicitándome sino que durante los recreos, mientras los demás jugaban y comían, ella primero me preguntaba si tenía algo que hacer. En realidad tenía que jugar como los otros pero simplemente le contestaba que no. Esos 30 minutos los ocupaba haciendo dibujos en el pizarrón de la biblioteca. Allí quedaban las figuras de los cuentos clásicos para que los niños más pequeños no solo oyeran e imaginaran, sino que también tuvieran una noción en imágenes de los cuentos. Se que muchas veces hice esto, y recuerdo que al terminar el dibujo, lo miraba y veía si faltaba algún detalle o estaba demás. Finalmente me iba con 50 centavos en mi bolsillo o una bolsa de galletas.
Ahora que estuve en Chile (todavia no me he ido pero ya me iré), con el cambio radical del clima y del estilo de vida, un poco más relajado que antes (adios orquesta, adios clases de inglés, adios clases de violín, adios un sinfin de cosas) me puse a hacer algo distinto. Se que me falta mucho desarrollar. Pero me siento satisfecha con esto que hice y es lo que ustedes observaron al inicio de esta conversación. No envidió a quienes están más allá de mis pininos. Es más, los felicito y los respeto por saber aplicar sus talentos. Pero aquí voy yo haciendo mi parte. Estaban ahí guardados, porque no pienso hacerme famosa con ello, es simplemente mi "hobbie". Si hoy lo muestro es porque un amigo a quien no conozco en persona, Fernando, me dio el ánimo de hacerlo. Y ante todo, prefiero modelos reales, con historia y actos que dan vida al mundo.
Vamos, si tienes el tuyo, ¡¡¡sácalo del baul!!!
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