El Sicómoro
Permanece ese testigo mudo
Por siglos…
Si hablase nos relataría
El día grandioso de Zaqueo.
Pero ahí le vemos
Fuerte en nuestra memoria
Le buscamos para asirnos
De sus ramas y desde la cima
Ver al Salvador pasar.
Como Zaqueo, muchísimas veces
Nos chocamos con la valla del populacho
Queremos llegar a él, ¿de qué modo?
¡Aaaah! el ingenio, claro:
Ignorando las risas y burlas
De aquellos que nos hicieron caer,
De aquellos que comieron con nosotros
Para luego la espalda devolver,
Vamos al sicómoro, a lo sublime
Buscamos el campo perfecto para
Ver siquiera de lejos, sin estorbos, a Él.
Allí en lo alto, el corazón late deseoso
Por oír palabras amigas, de perdón,
Él viene, se acerca, se detiene,
Alza su vista, nos sonríe.
Extiende su mano, nos ayuda a bajar,
Con un abrazo nos dice:
-¡vamos, pues voy a tu casa!
Vine para compartir contigo
Vine para alegrarme con tu alegría
Vine pues, para que seas mi amigo
Para que me des abrigo en tu corazón.
El sicómoro mudo, ondea feliz sus ramas
Al saber que en su sitio
Se hizo otro milagro de perdón
Y ve satisfecho mientras
El sol a la distancia declina,
Al Redentor con el hombrecillo
Que allí mismo encontró la Salvación…
Permanece ese testigo mudo
Por siglos…
Si hablase nos relataría
El día grandioso de Zaqueo.
Pero ahí le vemos
Fuerte en nuestra memoria
Le buscamos para asirnos
De sus ramas y desde la cima
Ver al Salvador pasar.
Como Zaqueo, muchísimas veces
Nos chocamos con la valla del populacho
Queremos llegar a él, ¿de qué modo?
¡Aaaah! el ingenio, claro:
Ignorando las risas y burlas
De aquellos que nos hicieron caer,
De aquellos que comieron con nosotros
Para luego la espalda devolver,
Vamos al sicómoro, a lo sublime
Buscamos el campo perfecto para
Ver siquiera de lejos, sin estorbos, a Él.
Allí en lo alto, el corazón late deseoso
Por oír palabras amigas, de perdón,
Él viene, se acerca, se detiene,
Alza su vista, nos sonríe.
Extiende su mano, nos ayuda a bajar,
Con un abrazo nos dice:
-¡vamos, pues voy a tu casa!
Vine para compartir contigo
Vine para alegrarme con tu alegría
Vine pues, para que seas mi amigo
Para que me des abrigo en tu corazón.
El sicómoro mudo, ondea feliz sus ramas
Al saber que en su sitio
Se hizo otro milagro de perdón
Y ve satisfecho mientras
El sol a la distancia declina,
Al Redentor con el hombrecillo
Que allí mismo encontró la Salvación…
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