Me encontraba una noche calurosa en mi cuarto buscando algún libro para leer antes de dormirme (algo que siempre hago desde que aprendí a leer), y acostumbro a dejar la ventana abierta para no sofocarme con el calor veraniego de este país austral. De pronto, una mosca molestosa comenzó a importunarme, cogí lo que encontré a mano y traté de espantarla para que se fuera, pero, así como son las moscas de necias y rebeldes, no siguió la dirección de la ventana sino que se dio media vuelta, otra vuelta más y otra más, y ¡zas! quedó atrapada en el frágil y engañosa red de la araña. Al ver a una nueva víctima luchando por librarse de aquellos hilos pegajosos, la araña salió a observar primero para después actuar; y poco a poco se acercaba a la desafortunada mosca mientras preparaba sus bucales venenosos... y se lanzó al ataque. La pobre mosca saltaba y se revolvía, quizás al sentir el dolor que le producía ese líquido aracnido. La araña se fue para regresar unos minutos después y lanzar otro aguijonazo. La mosca moría lentamente pero, a cada moento, recibía otra picada. Y bien, cuando volví a ver en que seguía esa batalla, vi a la mosca inerte y a la araña llevándosela a su guarida.
Que conste que mi intención no era matar la mosca, aun cuando sea un bicho molestoso y sucio, quería que ésta se fuera al aire libre, pero ella (así como son) rehusó salir y prefirió hacer lo que siempre hace: dar vueltas y vueltas como loca para caer presa de la araña.
Una vez mi papá también observó ese batallar pero de un zompopo, que es una hormiga de cabeza grande y capa dura que vive en Centro América. Para la araña este ataque significó la mayor prueba de su poder tratando de usar su veneno, pero como el cuero del otro bicho era duro, el veneno hacía efecto en él. ¿Qué hizo entonces la araña? Comenzó a tejer más y más hasta dejar al zompopo completamente envuelto sin oportunidad de escape y quizá, sin abertura pra respirar. Lo más probable es que el zompopo murió de desesperación al verse encarcelado, sin poder siquiera respirar libremente.
A todo esto, creo que ya habrán deducido lo que quiero decirles, y cómo se aplica muchas veces a la situación de todos en este mundo. Pero, no hay que lamentar a morir si hemos caído en una telaraña y no podemos salir de ahí. Por nosotros mismos jamás saldremos, mientras más tratemos de soltarnos, más nos enredadermos. Lo que se necesita es calma en medio de la tormenta: sosiego, tranquilidad, paciencia, tiempo breve para pensar claramente cómoe stá nuestra situación, respirar profundo y contarle eso a Dios, pidiéndole que en el nombre de su Hijo nos limpie con la sangre que él derramo por todos. Jesús mismo dijo: "Y todo lo que pidáis al padre en mi Nombre, eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo". S. Juan 14:13. ¿Quiere salir de esa cárcel que te ha atrapado?Pues ya sabes cuál es la clave para salir de allí. Y para la próxima: ¡Cuidado con revolotear sin rumbo y fíjate por donde vuelas!
Que conste que mi intención no era matar la mosca, aun cuando sea un bicho molestoso y sucio, quería que ésta se fuera al aire libre, pero ella (así como son) rehusó salir y prefirió hacer lo que siempre hace: dar vueltas y vueltas como loca para caer presa de la araña.
Una vez mi papá también observó ese batallar pero de un zompopo, que es una hormiga de cabeza grande y capa dura que vive en Centro América. Para la araña este ataque significó la mayor prueba de su poder tratando de usar su veneno, pero como el cuero del otro bicho era duro, el veneno hacía efecto en él. ¿Qué hizo entonces la araña? Comenzó a tejer más y más hasta dejar al zompopo completamente envuelto sin oportunidad de escape y quizá, sin abertura pra respirar. Lo más probable es que el zompopo murió de desesperación al verse encarcelado, sin poder siquiera respirar libremente.
A todo esto, creo que ya habrán deducido lo que quiero decirles, y cómo se aplica muchas veces a la situación de todos en este mundo. Pero, no hay que lamentar a morir si hemos caído en una telaraña y no podemos salir de ahí. Por nosotros mismos jamás saldremos, mientras más tratemos de soltarnos, más nos enredadermos. Lo que se necesita es calma en medio de la tormenta: sosiego, tranquilidad, paciencia, tiempo breve para pensar claramente cómoe stá nuestra situación, respirar profundo y contarle eso a Dios, pidiéndole que en el nombre de su Hijo nos limpie con la sangre que él derramo por todos. Jesús mismo dijo: "Y todo lo que pidáis al padre en mi Nombre, eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo". S. Juan 14:13. ¿Quiere salir de esa cárcel que te ha atrapado?Pues ya sabes cuál es la clave para salir de allí. Y para la próxima: ¡Cuidado con revolotear sin rumbo y fíjate por donde vuelas!
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