De habladurías y otros diretes
que escucho constante
ante la puerte de mi mente,
no las oigo ni las recibo aún con banquetes,
porque la paz nace en mi corazón decente.
Del día malo que me sorprende
que molesto y burlesco me persigue,
si mi amigo no me amina, se ríe
mi canción de paz prefiero oirla latente.
De las luchas de la vida efímera
cuando ésta deja de ser perenne,
y me lleva hacia el abismo de la guerra,
mi corazón dice: "Paz al doliente".
No soy partidaria del dolor
ni de las desaveniencias
que podrían surgir entre
mis hermanos de esta raza ambiciosa.
Antes cierro mi boca: afuera calumnias
cierro mis ojos: afuera la lujuria
cierro mis oídos: adios alegorías
detengo mis pies: evito llegar a la locura.
Sin embargo,
abro mis ojos: sonrío con ellos,
abro mi boca: digo el milagro,
abro mis oídos: oigo la feliz canción,
y con mis pies: voy a donde mora la paz.
La paz que nació en mi corazón
como también puede nacer en el tuyo hoy.
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