Siempre que veo una paloma me recuerdo de aquella que tuve en mi casa. Cuando escucho el "cucu" de ellas, me trae recuerdos de mi infancia cuando tenía creo 7 años, a decir verdad no recuerdo la fecha pero sí el día y los eventos que sucedieron. Era una mañana tropical en la ciudad de Tegucigalpa, por alguna razón no tuve clases ese día. Y como siempre, me fascinaba salir con mi mami o papi acompañarlos en sus rutinas de trabajo. Mi madre, como muchos saben, su modo de generar su propio ingreso financiero era haciendo productos naturales caseros para vender al público. Ese día tuvimos que ir a la oficina de Gobernación y Extranjería que está localizada por el Correo Nacional a dejar los encargos de pan integral a los clientes que mi madre tenía allí. Me encantan esos edificios antiguos, con arte colonial, así es (o era) el edificio de Gobernación: paredes blancas, pilares en el interior con un espacio abierto en el centro, lo cual permite que haya ventilación, y da la posibilidad de plantar árboles de ornamentación. Estábamos en una ventanilla platicando con la clienta de mi madre, yo por si acaso mirando a mi alrededor (como siempre curiosa) cuando en eso sentimos un zumbido y después un golpe seco en el vidrio de la ventanilla. Sin palabras quedamos, frente a nosotros estaba una paloma negra, inmóvil. Los segundos parecieron eternos, yo pensé que alguien la tiró y murió. Pero pudimos notar que respiraba con dificultad, tenía una ala herida. La señora espantada iba a llamar al guardia para que la sacara de ahí. Mi madre le dijo que no se preocupara que mejor ella iba a rescatar a la paloma. En un sobre grande de papel, de esos amarillos y con unas pequeñas aberturas que hicieron con tijera, pusieron a la paloma, y a mí me tocó cargarla todo el trayecto a casa. Con mucho cuidado recuerdo que abrazé el sobre, y de vez en cuando lo abría para asegurarme que la paloma aún estuviera viva. Aún recuerdo que me miraba de lado, como preguntando "¿Quién eres tú?". Quizás es por mi madre que aprendí a hablarles a los animales, pues ella me dijo que le hablara despacito a la paloma diciéndole que todo iba a estar bien. Así fue como fui canturreandole mientras íbamos en el bus. Mi padre, tan pronto como supo que traíamos una paloma, me dijo que se la diera pues le ayudaría a sanar la ala. ¿De dónde supo cómo hacerlo? Recuerden que mi papi tenía su minibiblioteca en la que podrías encontrar de todo un poco. Justo él tenía un libro de un hombre, que mientras estuvo en prisión , su único contacto con el mundo exterior fueron los pájaros. Llegaban a su ventana porque ponía migajas de su comida, así llegaban las aves y él encontró ninguna mejor forma de estudiarlas. El hombre, después de haber sido un criminal, estando en prisión se convirtió en escritor gracias a los conocimientos que obtuvo por sí mismo al estudiar a las aves. Al ser libre, continuó su carrera en el campo aviario y sin duda, ha sido uno de los autores que han ayudado a los veterinarios modernos con los conocimientos de las aves. No recuerdo el nombre del autor... lastimosamente, pero la historia quedó impregnada en mi memoria. El caso es que ahí estaba en detalles y dibujos como curar la ala de un ave. Eso fue lo que hizo mi padre. Tuvimos a la paloma dentro de la casa, y por temor a que el gato de mi tio se la comiera no la dejábamos afuera. Donde yo iba, me seguía, el "cucu" era lo que me despertaba en la mañana. O a veces por la noche me jalaba el cabello o me picoteaba los dedos de los pies. Dicen que las palomas tienen un microbio contagiante, pero a mí no me sucedió nada. Dormía conmigo, le gustaba acomodarse en mi brazo. Cuando estuvo bien, mi padre la sacó al patio por horas para que volviera a volar, lo intentaba pero no podía alzar vuelo. Es muy posible que su ala estaba todavía débil. Al fín un día, después que llegué de clases cuando no la ví, mi papi me dijo que " se fue... ¡Voló feliz!" Me sentí un poquito triste porque pensé que no la volvería a ver, pero a la vez muy feliz al saber que ella estaba bien ahora y había regresado a su medio. Exactamente no recuerdo el tiempo que pasó, quizás fueron dos semanas o un mes, no mucho, cuando era la tarde de un día, disfrutando la brisa vespertina, mi padre sentado afuera siempre reparando alg, y yo viéndo lo que reparaba, de pronto escuchamos el "cucu-cucu". Y ahí estaba ella, en el techo de la casa, pero a su lado, estaba otro palomo, más grande que ella. Cuando la vimos yo me puse a gritar de la emoción de verla y mi madre corriendo vino a ver lo que sucedía. Cierto, era ella, nos miraba con esos ojos que todavía recuerdo, con esa mirada de gratitud eterna, con ese tipo carácteristico movimiento de cabeza que solo yo sabía reconocer que era ella. Mi madre, se autodenominó madre de la paloma, pues le pregunto en tono bien chileno: "¿Así que trajiste a presentarnos al yerno, eh?"... Le tiramos arroz en el techo, comieron y emprendieron el vuelo hacia el infinito. Nunca más regresó. Hasta hoy, espero que haya tenido una vida feliz sin peligros, sin golpes, sin heridas. Por eso yo no detesto a las palomas. Ella no era sucia pues aprendió a ir a su cajita para hacer sus necesidades, sabía donde estaba su comida y agua, nunca estuvo enjaulada. No recuerdo también el nombre, creo que no le pusimos. Pero fue uno de los momentos felices que hoy me llenan de gratitud por haber tenido ese privilegio de compartir con alguien del mundo animal. Una simple paloma que cayó justo en manos de alguien que la podría cuidar con ternura.
(Me acordé hoy día de esto, al ver a un ilusionista con su paloma, y le conté a Ryan la misma historia que acabo de escribir. Esa paloma fue como un ángel envíado del cielo).
domingo, 22 de enero de 2012
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y muchísimas gracias por tomarte el tiempo para visitar mi página.
Escribo en general de todo lo que pueda informar a otros, no me concentro en un tema específico, sin embargo, mi mayor interés es la poesía libre.
Algunos temas que he escrito han surgido a traves del diario encuentro con la realidad, todo lo que se recibe por la radio, TV o periódico, o con las conversaciones diarias que tengo con mis amigos y familia. Expreso mi libre pensamiento así como todos son bienvenidos a dejar sus opiniones. Nótese que aquel comentario que contenga expresiones incultas será eliminado. Soy partidaria de conservar el respeto mutuo sin importar el país, la raza, cultura o religión. Benito Juarez dijo que "El derecho ajeno es la paz".
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Un abrazo fraterno desde el lugar de mi peregrinaje, deseando que la luz del Ser Supremo ilumine siempre tu camino.
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