Esta semana anterior he pensado mucho en lo que pueden hacer las palabras y los actos, el efecto que éstos pueden producir en otros. Pensé cuántas fueron las veces qué dije algo que nunca debí haber dicho... pero también lo he sentido en mi propia experiencia. Las palabras de ánimo de mis amigos, que pese a la distancia siempre me apoyaron y oraron por mí, han servido para que yo no estuviera en ese camino erróneo. No tengo palabras para agradecerles, han sido esos ángeles que Dios me envió. A veces nos damos por vencidos al ver que muchos no quieren cambiar su estilo de vida, pero ¿quién nos ha dicho que debemos dejar de orar por ellos? Una vez más repito que el reino de los cielos es como una cajita de tesoros. No nos demos por vencidos, digamos siempre palabras que vivifiquen, nunca aquellas que destruyan.
Hoy día estaba hablando con Ryan acerca de esto, de cómo Dios puso en nuestro camino personas que nos motivaron, fueron nuestros mentores en muchos aspectos cotidianos, en la vida espiritual mayormente. ¡Inmensurable el amor de Dios! Y como para darle el toque final a estas pláticas, sin querer o estar buscando algo así, en netflix encontré el cortometraje basado en el poema de Myra Brooks Welch. Espero que lo disfruten y les de ese ánimo que pueden estar necesitando.
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