Conocí a Ryan en una tarde de otoño en octubre de 2008 y desde ahí fue mi mejor amigo. Me propuso en febrero del siguiente año y en octubre nos casamos. Yo tenía otros planes, pero sin duda el camino cambió y mi vida también.
No vine a él como la mujer perfecta. Vine llena de heridas en el alma. Los recuerdos enterrados pero todavía latentes de lo que fue un abuso cuando tuve 5 años estaban ahí como una sombra silenciosa que acechaba a cualquier momento de pura felicidad. Pero Ryan me ayudó mucho: el hecho de que me escuchó y me sostuvo la mano, fue quizás el paso que necesitaba para comenzar mi restauración.
Luego, él recayó enfermo y mis fuerzas se concentraron en hacer lo más que podía para no perderlo. Talvez en Facebook escribí las noticias de su estado, no por andar lloriqueando sino porque fue en esos momentos que muchas personas conocidas mías que mantuvimos el contacto, sabían que nuestra situación no era fácil ni de hermosas rosas. Entonces, para también mantenerles al tanto de todo, el muro de mi Facebook se convirtió en mi medio de comunicación eficaz.
Hoy, tengo mucho que agradecerle a ustedes que oraron por él.
Pero al recordar todos esos años en los que juntos enfrentamos los desafíos y el constante temor de si Ryan sobreviviría otro año o día, también debo mencionar que sucedieron los pequeños milagros que hoy nos siguen manteniendo juntos.
Durante ese tiempo también no faltaron quienes me preguntaban porqué no tenía hijos. Que acaso tenía miedo. Acaso el matrimonio no era para tener hijos. ¿Tienes problemas con tu marido? Me parece que la profesión que elegiste te cambió la mente y no quieres tener hijos. Dolían y decidí no dar explicación alguna porque me di cuenta que no valía la pena. Mejor oré por todos ellos que preguntaron eso o inclusive a mi padre le preguntaron. Tenía otras cosas importantes en las que concentrarme.
Y en el momento en que el estrés de la constante lucha que tuve para ayudar a mi esposo a vivir cada día, me descuidé y mi cuerpo comenzó también a sentir el parte o cobro de la salud decayente. Casi pierdo mis ovarios por dos quistes dermoides, perdí mi balance hormonal y engordé como chancha, lo cual puso en riesgo mi salud y, por un poquito más, me convertía en diabética. Luego, mi esposo también tenía problemas de fertilidad, ¡la enfermedad de Cronh's le había sacado la última fuerza!
Llegamos a concordar que entonces no era el tiempo adecuado ni era bueno forzar algo que no podría suceder.
También él me motivó a cuidarme, y con esfuerzo personal de restaurar mi salud, comencé a hacer ejercicios que se convirtieron en mi fuerza, en mi momento privado para motivarme y enfocarme en lo que necesitaba. Los resultados comenzaron a mostrarse y me sentía mucho mejor.
Pero aún así, algo faltaba, ese vacío... imaginaba a veces a un niño o niña con nosotros, su risa, su primer paso, su primera palabra (¿en español o en inglés?), cuando iba al supermercado y veía a un bebé recién nacido o ya uno que interactuaba y me sonreía... era como el mensaje de "no pierdas la fe".
Así que, en silencio muchas veces lloré y oré a Dios, como Ana, le pedía que me escuchara pero que primero ayudara a Ryan a recuperarse, para que ambos, si estuviéramos en capacidad de tener hijos, pudiéramos también tener las fuerzas vitales de poder concentrarnos en esa jornada.
Y aprendí a responder, incluso a mi familia (de ambos lados) que a veces importunaban con las preguntas de "¿y cuándo un bebé?" ... respondía "Cuando Dios diga. Él sabe todo."
Ahora como Ana le doy gracias a Dios y ambos declaramos que el milagro que se desarrolla no nos pertenece. Es de Él. He aprendido que al que espera con paciencia y fe, se le da. Lo halla. Las puertas se abren.
Disfruto inmensurablemente este momento, cada patadita y movimiento me da mucha alegría y me da fuerzas para seguir viviendo. Los fantasmas de los daños de mi niñez desaparecieron, son recuerdos nomás que nunca los olvidaré pero me han dado una perspectiva distinta de la vida y con eso, pido sabiduría a Dios para criar a nuestro bebé.
No le tenemos miedo al futuro pues Dios está con nosotros. ¿Quién somos nosotros para rechazar su don de gracia? Hágase con nosotros su voluntad.
Y esperamos que con esto te sientas inspirado a confiar en tu Creador y nunca dudar de su poder. ¡No dejamos de estar extasiados con esta novedad y sabemos que para ti será motivo de seguir creyendo en Él!
Nota: Mi esposo es el que anuncia oficialmente y será el encargado de hacerlo cuando nuestro bebé nazca. Por eso no verán en mi muro fotos o actualizaciones. Mi esposo se merece compartir esto y le doy todo el espacio que necesita. La única vez que publico sobre nuestro bebé es aquí y ahora. No tenemos problemas si ustedes quieren compartir por palabra nuestra novedad, pero no queremos que nada ande por Facebook, Twitter u otro medio social. Les agradecemos desde ya el respeto mutuo.
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